Las plantas incineradoras españolas han supuesto unos gastos de alrededor de 1.180 millones euros, mientras que y la tarifa media de entrada de residuos es de unos 65 euros/tonelada (Foto Camión descargando basura en un vertedero bajo el sol como el que se implementará en Ampudia, Palencia).
La construcción y las adaptaciones posteriores realizadas en las incineradoras españolas han supuesto un gasto de alrededor de 1.180 millones de euros. En cuanto a los costes de explotación, se entiende que las tarifas de entrada repercuten los costes de explotación a los usuarios de la planta, aunque en algunos casos la tarifa final recae sobre los usuarios no se corresponde con los costes reales, ya que parte o la totalidad de la inversión inicial se sufraga con fondos supralocales. La tarifa de entrada de las incineradoras españolas oscila entre los 34,50 y los 140 euros/tonelada.
La media simple de dichas tarifas es de 67 euros/tonelada, mientras que la media ponderada por la capacidad de cada planta es de 63,20 euros/tonelada (la media aritmética sería de 65,1 euros).
¿Dónde está el negocio entonces?
En el régimen especial del que gozan las incineradoras. Las incineradoras no buscan a sus clientes como una empresa que vende zapatos.
Las incineradoras tienen un régimen especial de las administraciones públicas para gestionar todas las toneladas de basura y desperdicio que producimos los ciudadanos. Es decir, es un negocio redondo porque tienen asegurado un cliente inagotable, la sociedad de consumo.
Una instalación incineradora (que transforma residuos urbanos en residuos tóxicos) cuesta del orden de los 40.000 millones de pesetas; una planta de compostaje (que transforma residuos urbanos en recursos), ronda los 150 millones de pesetas.
Los principales sectores económicos interesados en impulsar la incineración son:
La construcción y las adaptaciones posteriores realizadas en las incineradoras españolas han supuesto un gasto de alrededor de 1.180 millones de euros. En cuanto a los costes de explotación, se entiende que las tarifas de entrada repercuten los costes de explotación a los usuarios de la planta, aunque en algunos casos la tarifa final recae sobre los usuarios no se corresponde con los costes reales, ya que parte o la totalidad de la inversión inicial se sufraga con fondos supralocales. La tarifa de entrada de las incineradoras españolas oscila entre los 34,50 y los 140 euros/tonelada.
La media simple de dichas tarifas es de 67 euros/tonelada, mientras que la media ponderada por la capacidad de cada planta es de 63,20 euros/tonelada (la media aritmética sería de 65,1 euros).
¿Dónde está el negocio entonces?
En el régimen especial del que gozan las incineradoras. Las incineradoras no buscan a sus clientes como una empresa que vende zapatos.
Las incineradoras tienen un régimen especial de las administraciones públicas para gestionar todas las toneladas de basura y desperdicio que producimos los ciudadanos. Es decir, es un negocio redondo porque tienen asegurado un cliente inagotable, la sociedad de consumo.
Una instalación incineradora (que transforma residuos urbanos en residuos tóxicos) cuesta del orden de los 40.000 millones de pesetas; una planta de compostaje (que transforma residuos urbanos en recursos), ronda los 150 millones de pesetas.
Los principales sectores económicos interesados en impulsar la incineración son:
- Ingenierías nucleares (ante el declive de la industria nuclear han entrado decididamente en el negocio de las incineradoras)
- Empresas eléctricas
- Constructoras
- Empresas productoras de envases y embalajes desechables (plásticos, Tetra-Pak)